“Era alrededor del mediodía.
Llega una mujer de Samaría a sacar agua, y Jesús le dice:
-Dame de beber.
La Samaritana le dice: -¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?
Jesús le contesto: -Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, le pedirías tú, y él te daría agua viva.”Jn 4, 5-42
Quien busca al Señor, él se le muestra fácilmente, también a quien no pertenece a la Iglesia -como la mujer samaritana-, y sabe hacerse el encontradizo -como con la mujer samaritana- porque desea embriagarnos de su agua viva.
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